Me agarró con fuerza de la mano.
Yo sonreí e ingerí otro Rohipnol.
Éramos sólo dos perros abandonados,
perdimos el control…
El cantautor Nacho Vegas menciona en esta canción al Rohipnol… que no es el más famoso de los ansiolíticos. Pero, ¿quién no ha escuchado hablar del Valium?
Los ansiolíticos son los psicofármacos más recetados y vendidos en la mayoría de países. Puedes leer Ansiolíticos, parte 2 para conocer mucho más acerca de estas píldoras, donde explico que son «alcohol en pastilla».
Los primeros fueron los famosos barbitúricos y el meprobamato (un depresor del sistema nervioso similar a los barbitúricos). Los barbitúricos han sido célebres por la cantidad de famosos que han muerto de sobredosis a causa de sus efectos, de Nick Drake a Marilyn Monroe. Actualmente se recetan solo de forma excepcional porque sus niveles de adicción y sobredosis suponen un peligro, y hace años era frecuente escuchar en las noticias el atraco a farmacias para robarlos.
Puedo resumir la familia de ansiolíticos en:
- Barbitúricos y meprobamato.
- Benzodiazepinas.
- Azapironas: como la buspirona.
- Betabloqueantes: como el propanolol (muy usados para la hipertensión).
- Hipnóticos: como el zolpidem y la zopiclona (fármacos Z).

A finales de los años 50 la industria farmacéutica desarrolló las primeras benzodiazepinas (BZD) con efectos ansiolíticos y además hipnóticos (dan sueño), miorrelajantes (relajan los músculos) y anticonvulsivos (para tratar las crisis convulsivas, por ejemplo en epilepsia). Con el tiempo han sustituido a los barbitúricos y, aunque parece que siempre están de moda, tienen muchas décadas de existencia. Son los ansiolíticos por excelencia.
La ansiedad implica una situación de preocupación que genera malestar, a veces de forma continua durante tanto tiempo que la persona vive sumida en un estado negativo que afecta al desarrollo de su vida. La ansiedad puede conllevar además de preocupación, mala concentración, fatiga, alteraciones del sueño y del apetito, sentimientos de culpa o inutilidad…
La psicología aplica técnicas y procedimientos para que la persona supere el estado de ansiedad y no solo mejore, sino que aprenda cómo afrontar casos futuros. Sin embargo, muchas personas con problemas puramente personales, psicológicos podríamos decir (sin epilepsia ni dolor físico…) consumen ansiolíticos de forma regular, una alternativa que no genera aprendizaje ni superación de la situación que provoca el malestar, dejando a la persona indefensa ante otras situaciones similares.
Aunque los ansiolíticos se recetan solo de forma limitada y en periodos cortos, a veces son administrados de forma regular. Algunos de los efectos secundarios que refiere María Fe Bravo Ortiz (2008), doctora en psiquiatría y psicóloga, jefa de servicio del Área de Psiquiatría, Psicología Clínica y Salud Mental del Hospital Universitario La Paz de Madrid y docente universitaria, son:
- Somnolencia.
- Fatiga.
- Confusión.
- Mala coordinación de movimientos.
- Dolor de cabeza.
- Amnesia anterógrada (no se olvida el pasado, sino que hay problemas de memoria hacia adelante, desde que se inicia la medicación).
- Visión borrosa.
- Disfunción sexual.
- Insomnio de rebote (al dejarlos).
- Malestar de estómago.
- Dependencia (adicción).
Es muy interesante mencionar que todos estos fármacos bloquean la fase de Sueño Profundo y la fase REM, importantísimas, más allá del descanso tan reparador que producen, porque en estas fases o bien dejan de liberarse o bien se comienzan a liberar hormonas de forma anormal, hormonas que funcionan asociadas a los ciclos del sueño, necesarias para la vida por su acción reparando tejidos, regulando el metabolismo o actuando en procesos inmunes, como la hormona somatotropina.
6 comentarios en “Ansiolíticos, parte 1: Clase de Pociones”