En El sueño, parte 1 expliqué la arquitectura del sueño, cómo se mide (lo siento, los relojes y pulseras no sirven) y hablé acerca de los sueños. Ahora voy a explicar de forma sencilla el origen psicobiológico del sueño, especialidad de los psicólogos fisiológicos y neurólogos.
Entre 1917 y 1928 hubo otra epidemia mundial con miles de muertos, la epidemia de encefalitis letárgica. Hoy sigue sin entenderse completamente su origen y por qué remitió de forma natural (ojalá sucediera esto con el COVID). Esta encefalitis producía problemas de visión, movimiento y un grandísimo daño cerebral que conllevaba alucinaciones, parkinsonismo y en muchos casos la muerte.
Von Economo, un célebre neurólogo rumano, estudió la encefalitis analizando a pacientes afectados que pasaban el día en estado de mutismo (“durmiendo en vida”) y finalmente muriendo en su mayoría. Exploró el cerebro de fallecidos y observó que la zona posterior del hipotálamo estaba dañada y por eso dormían constantemente. Una minoría de pacientes con esta encefalitis no podían dormir y mostraban daño en la zona anterior del hipotálamo.

El sueño tiene su origen, por lo tanto, en el hipotálamo, estructura situada en el interior de la cabeza. El hipotálamo efectúa funciones automáticas con precisión milimétrica como la regulación de la temperatura corporal, del apetito y del impulso de comer y beber… su acción a través de hormonas dirige y afecta a prácticamente todo el cuerpo. En concreto, los núcleos supraquiasmáticos del hipotálamo son considerados el principal centro (no el único) del reloj circadiano, controladores de los ciclos sueño-vigilia.
Células de todo el cuerpo muestran y obedecen ritmos circadianos, incluso aislándolas en laboratorio, pero este núcleo central parece regularlas de una forma jerárquicamente superior.
Estudios posteriores analizaron el papel de otras áreas implicadas en el sueño, destacando el tronco del encéfalo. Se demostró que su lesión o estimulación produce importantes alteraciones del dormir: regulación eléctrica del cerebro, ciclos sueño-vigilia, las sacudidas de las piernas que experimentamos al dormirnos, cambios en la respiración, relajación muscular, movimientos oculares…
Estas dos zonas del sistema nervioso son muy primitivas y se encuentran en infinidad de animales. Se ha comprobado que los genes circadianos se encuentran en bacterias, moscas, ratones… y humanos. Eso muestra nuestro pasado común y permite su estudio en laboratorio.

Sobre la encefalitis letárgica y su intento de tratamiento, como curiosidad, puede verse la película Despertares, con Robin Williams y Robert De Niro.
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