Una vez iniciada una relación amorosa (hablé de ello aquí), que esta prospere depende de muchos factores, pero para mí el principal es el de las expectativas. Si has conocido a alguien que te gusta, con intereses compatibles y os caéis bien, lo normal es volver a quedar. Se ponen en marcha expectativas acerca de los nuevos encuentros, positivos y agradables.

Snyder, Tanke y Berscheid hicieron un experimento en los 70 que es interesantísimo. Para explorar las relaciones iniciales, pidieron a chicos que hablaran por teléfono con una chica y a todos se les dio una foto. Según los cánones del momento, a la mitad se les dio una foto de una chica bastante atractiva y a la otra mitad de una chica menos llamativa. Después de la conversación se les pedía que evaluaran la interacción:
- Los chicos que hablaban con la chica guapa la valoraban como más simpática y creían que la interacción había sido más positiva.
- En el otro grupo la chica era valorada de forma menos positiva y con niveles más altos de antipatía.
Obviamente había una gran expectativa producida por la foto, lo que condicionó el comportamiento haciendo que el tono y las formas fueran más agradables en el primer caso. Este es solo un ejemplo, pero en psicología hay experimentos de sobra que muestran que el sentido común no es nuestra brújula.
Las expectativas son algo contra lo que yo, como psicólogo, tengo que ayudar a luchar. El problema viene de nuestras cogniciones, del pensamiento, que es autónomo y libre. Nadie piensa de forma objetiva, ni tenemos un funcionamiento mental tan equilibrado que nos permita ajustarnos a la realidad. Imaginación y funcionamiento hormonal se retroalimentan generando imágenes y sensaciones agradables cuando las expectativas se ponen en marcha y la excitación hace que fantaseemos con lo maravilloso que será el viaje que queremos hacer, lo intuitivo y rápido que será el próximo teléfono móvil y, por supuesto, qué feliz será todo con esa posible pareja.
Las expectativas nos generan ilusión, y eso es tremendamente motivante, pero no pueden tomar las riendas de nuestra vida, que deben de estar bajo nuestro control siempre.
Os mando saludos cordiales.