Hemos visto en Vida y genes parte 3 que los genes han dado forma proteínas que a su vez han formado tejidos, órganos… es decir, a una persona. Ahora toca hablar de “herencias genéticas”.
Se han hecho muchos estudios sobre el genoma humano y son esclarecedoras las comparativas entre hermanos gemelos monocigóticos (tienen exactamente los mismos genes ya que se desarrollan a partir de un solo cigoto) y hermanos no monocigóticos (comparten solo la mitad de sus genes). Así se ha estudiado el peso genético y el peso ambiental: si una característica aparece exactamente en los dos, será fruto de la genética; las diferencias mostrarán la influencia ambiental. Por ejemplo, si un gemelo monocigótico vive de forma sana y su hermano gemelo genético está en contacto con tóxicos o vive niveles constantes de estrés altísimos… el ADN de ambos hermanos no se expresará del mismo modo y las células no se reproducirán transmitiendo el ADN con la misma calidad en sus descendientes.
Se explora así el peso de los genes de un organismo (el genotipo) que se expresa dando lugar a un organismo con unas características (el fenotipo, como el color de los guisantes de Mendel). Siguiendo el manual Psicobiología de Redolar (2019) observamos resultados de estudios (McGuffin, Knafo-Noam y Kendler) sobre la heredabilidad del carácter (valores aproximados).
- Autismo: peso genético muy alto, efecto ambiental compartido nulo, efecto ambiental no compartido pequeño.
- Esquizofrenia: peso genético muy alto, efecto ambiental compartido nulo, efecto ambiental no compartido pequeño.
Estas dos enfermedades mentales nos sirven para deducir que si los progenitores tienen estas enfermedades, los hijos tienen altas probabilidades para desarrollarlas pero esto NO es suficiente, y las experiencias ambientales individuales en cada caso harán que las enfermedades se desencadenen o no. Las experiencias compartidas de vida familiar en conjunto como hermanos no influyen en nada.
- Consumo de alcohol (16 años): heredabilidad genética pequeña, efecto ambiental compartido pequeño, efecto ambiental no compartido moderadamente grande.
- Consumo de alcohol (24 años): heredabilidad genética moderada, efecto ambiental compartido nulo, efecto ambiental no compartido moderadamente grande.
Estos dos análisis nos permiten deducir que consumir de forma adictiva alcohol es algo que depende en mayor medida del ambiente que de los genes, y que la influencia a causa de circunstancias vitales compartidas en familia disminuyen según se crece y van poco a poco ganando peso las experiencias individuales de cada hermano.
En general, se muestra que en múltiples conductas problemáticas o trastornos como autismo, esquizofrenia, trastorno de lectura, tabaquismo o consumo de alcohol, las experiencias individuales son muchísimo más determinantes que las compartidas en familia, y el ADN se muestra sensible tanto a la herencia como al ambiente.
Consultando el Principles of Neural Science, probablemente el mejor libro de neurociencias que existe con el premio Nobel Eric Kandel al frente, estudios con gemelos de Bouchard muestran respecto a características de personalidad:
- Extraversión: heredabilidad genética moderada, efecto ambiental compartido pequeño, efecto ambiental no compartido moderado.
- Amabilidad: heredabilidad genética moderada, efecto ambiental compartido pequeño, efecto ambiental no compartido moderado algo mayor al genético.

Estos ejemplos permiten ver que la genética influye en el carácter al igual que las experiencias de cada gemelo por su cuenta, y se puede desconfirmar la creencia de muchos padres de que “educar a los hijos del mismo modo debería hacer que su comportamiento fuera parecido” ya que el peso del ambiente compartido es escaso.
En el Redolar también se muestran datos publicados por Blokland sobre el desarrollo de estructuras cerebrales:
- Materia gris: heredabilidad genética notablemente alta, efecto ambiental compartido muy pequeño, efecto ambiental no compartido pequeño pero observable.
- Hipocampo: heredabilidad genética moderada, efecto ambiental compartido muy pequeño, efecto ambiental no compartido moderado y de mayor peso que la heredabilidad genética.
- Cerebelo: heredabilidad genética moderada, efecto ambiental compartido aproximado de un 25% del total, efecto ambiental no compartido menor que el compartido.
Todos estos datos, interesantísimos, muestran que no somos totalmente esclavos de nuestros genes. Los efectos ambientales, aprendizajes, relaciones y experiencias influyen ya no solo en nuestra personalidad o posibles trastornos y problemas, sino también en el desarrollo físico del propio organismo.