La pareja asociativa

Siguiendo a Rusell (1979) podemos decir que hoy las parejas son “asociativas”. La pareja asociativa forma un nosotros, diferente a la suma de dos personas pero sin que implique la renuncia personal de cada parte.

La tarea de dar forma a la pareja asociativa no es fácil y tiene que constituirse en una época nueva donde los modelos de generaciones anteriores no nos suelen servir de ejemplo.

Parejas de diferentes generaciones
Parejas de diferentes generaciones

Para que el proyecto de pareja se consolide hace falta que apoye el proyecto personal de cada parte a la vez que de forma consciente se aporta afecto, compresión y valoración recíproca, intentando alcanzar el equilibrio entre lo que se da y se recibe.

Cusinato (1992) dice que el sistema de pareja es un binomio de ganancia/pérdida en el que lo que para una parte es ganancia, debería serlo para la otra parte; y la pérdida para uno debería ser pérdida para otro, constituyendo una relación interdependiente y recíproca, en que se se recibe en proporción a lo dado. Si se alcanza una reciprocidad alta se suele ver cómo las personas emplean más tiempo en satisfacerse mutuamente, hay mejor comunicación e intercambios positivos. Pero los intercambios tienen que ser entendidos por ambas partes, ya que no tiene sentido un gesto positivo como prepararle una cena especial a la pareja si ella no es consciente de esto.

No hay que olvidar que la armonía conseguida en una etapa no tiene que serlo en otro momento, y la flexibilidad y la observación consciente es un requisito imprescindible para que los cambios sean síncronos.

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