- La coerción es algo muy frecuente en las relaciones con problemas. Consiste en administrar un castigo o crear una situación que hagan daño a la pareja o a alguien querido por esta para así conseguir que la pareja acceda a los deseos del que la pone en marcha, y una vez conseguido, se deja de hacerle daño. Un ejemplo sencillo: Pepa llama por teléfono a su hermana, y el novio de Pepa empieza a hacer ruidos y resoplar porque quiere que corten la llamada. Una vez que Pepa cuelga, el novio deja de molestar. Hay miles de casos diferentes.

- Categorizar el comportamiento como extremo es algo muy habitual y dañino también. Por ejemplo, Pepe es activo sexualmente y su frecuencia deseada es mucho mayor que la de su pareja. Pepe al ver que hay incompatibilidad con la frecuencia sexo, puede indicar que su pareja es frígida, indiferente y sexualmente apática; y esta puede recriminar a Pepe su comportamiento como excesivo y pervertido.
La pareja se rige por unas reglas invisibles que se van estableciendo silenciosamente, a veces como hábitos y formas de comportarse en un determinado momento. La higiene de cada miembro, su forma de decir lo que piensa y de dar quejas, su modo de planificar el gasto económico o el uso del tiempo libre se ve muy condicionado por el ideal de cada uno y por lo que ha vivido en casa de sus padres o en anteriores relaciones. Modificar hábitos es posible pero, si están muy arraigados, implicarán el cambio en la idiosincrasia de la persona y por lo tanto definir las reglas que rigen determinadas situaciones, ponerlas en común, debatirlas y encontrar formas de premiar la conducta que se ajuste a la forma de actuar más apropiada debe ser prioritario.