Neuburger (1998) propuso el término casa-pareja para exponer un tipo de «institución» que se constituye en el seno de una pareja. La casa-pareja es un tercer elemento que se percibe como unidad y que diferencia esta relación de otras.
La sociedad actual sigue valorando la unidad de la pareja, ya que funciona como heurístico (de facilitador, podríamos decir) y normaliza la relación social (cada miembro de la pareja puede funcionar individualmente como la unidad: la pareja puede ser invitada a una boda a través del contacto con un miembro de los dos; uno solo puede realizar papeleos legales en el banco en nombre de ambos; llevar un solo regalo por navidad implica que ambos lo van a disfrutar…).

La casa-pareja se crea gracias a la cohesión pero hay que decir que visto desde fuera la más sólida de las casas-pareja pueden ser un espejismo, ya que la relación no es vivida por el espectador: no vemos a una pareja en su día a día, en la intimidad, solo la imagen que quieren mostrar.
A veces una pareja construye una imagen tan potente como unidad que la relación entre los miembros puede ser mala e insatisfactoria, pero el temor a perder ese estatus social de casa-pareja, la dificultad de volver a empezar otra relación tras la separación, la vergüenza de desconfirmar esa imagen de unidad dada a nivel social… hace que la pareja perdure sin aportar felicidad a los miembros.