El ciberbullying es el acoso digital, un fenómeno social propio de nuestra época.
Es un proceso de ataque, intimidación y hostigamiento entre iguales, frecuentemente en el ámbito escolar y durante tiempo prolongado. El ataque suele ser repetido y resulta tremendamente grave por las características propias de las nuevas tecnologías: estas permiten publicar de forma inmediata, lo que hace que los ataques lleguen a la víctima en el acto y no haya que esperar a que un profesor no mire como sucedía con el acoso escolar tradicional. Además el mensaje publicado en internet se puede viralizar de forma instantánea, difundirse y llegar a miles de personas ajenas, lo que genera sensación de impotencia en la víctima.
El número de testigos ya sean activos (los que difunden el mensaje, hacen comentarios al mismo o burlas) o pasivos (simplemente lo contemplan) puede ser inmenso, y esto dejará secuelas en la víctima ya que el acoso puede darse durante todo el día, todos los días.

Algunas formas de ciberbullying son (siempre en un contexto de internet, redes sociales, chats, cuentas de correo electrónico…):
- Crear cotilleos o rumores y difundirlos.
- Hacerse pasar por otra persona para dañar su honor.
- Compartir información íntima.
- Engañar a alguien para que proporcione datos o información privada.
- Atacar y enviar virus.
- Grabar a alguien siendo agredido y publicarlo (esto se llama happy slapping).
- Utilizar un blog para hablar mal de alguien.
Más de un tercio de las víctimas de acoso digital sufren también acoso escolar físico (no digital).
La actuación ante los primeros indicios puede detener su progreso y evitar que prospere.