Los niños interpretan, no imitan

Hoy hablo de los niños y el aprendizaje de conductas.

Más que seres biológicos somos seres culturales; no es el instinto el que nos marca los caminos a seguir, sino la educación” Ovejero (2003,19).

Los padres son modelos para los hijos y les muestran formas de conducta, pero también intentan educar a los hijos de forma consciente. Tanto el aprendizaje social por imitación, observación del modelo… como los consejos, direcciones y normas que los padres establezcan serán fundamentales en la futura socialización del niño. Pero estas afirmaciones dan «excesivo» peso a la figura de los educadores…

No hay que perder de vista que no es tan importante lo que los padres hagan, sino las explicaciones que los niños se dan a sí mismos de esas conductas: los niños interpretan y categorizan la conducta de sus mayores, observan cómo estos resuelven situaciones y reflexionan ya sea de forma más consciente o menos acerca de cómo se ha de actuar. Para comprender esto merece la pena dedicar un tiempo a estudiar la obra de Albert Bandura.

Bandura fue durante años presidente de la APA (Asociación de Psicólogos de Estados Unidos)

El gran psicólogo canadiense Bandura ya puso de manifiesto la importancia de la imitación en sus famosos experimentos con el muñeco Bobo (foto). Hay variaciones del experimento pero la versión clásica muestra cómo niños que ven en un vídeo a adultos o niños pegar o jugar con un muñeco inflable y que después son castigados o recompensados, tienden a imitar sus conductas o no según aprecien el castigo o la recompensa que vendrá (ya que para cada persona el castigo y la recompensa son algo diferente, subjetivo). Se demostró así (el experimento es de los años 60) que no había porqué recibir un castigo o premio para aprender un comportamiento, y que la sencilla visualización servía para que el niño anticipara consecuencias. También se mostró mayor influencia entre sexo biológico (niños-hombres; niñas-mujeres) aunque puede haber sesgo cultural.

Fotograma del muñeco Bobo siendo atacado por un niño

Una relación donde no se pierda la habilidad de situarse en la posición del otro (empatía) permitirá un progreso permanente y generará satisfacciones desde los primeros años de vida. Después de la familia… los niños pronto empiezan a observar la conducta de sus iguales en el colegio, de personas y personajes en internet y la televisión, de vecinos en su ciudad… y de todos ellos recogen información. Con sus iguales comienzan pronto a compararse, analizando sus dotes en destrezas físicas, intelectuales, valor y popularidad… y sacan sus conclusiones.

Merece especial atención la figura del hermano. Los niños que crecen con hermanos de una edad aproximada encuentran en la influencia mutua un componente de socialización inmenso, y la imitación y el aprendizaje mutuos dejarán huella en ambos. La relación con los hermanos es a nivel temporal la más larga que se tiene en la vida.

Las características que mostrará el niño reflejan la relación que ha mantenido con los miembros de la familia. Prácticamente todas las corrientes de pensamiento psicológico han prestado atención al desarrollo evolutivo y autores como Harman, Laird o Bowen afirman que todos ocupamos un punto entre dos extremos: en un lado estarían las personas que se han diferenciado poco de su familia, es decir, personas que están muy fusionadas; estas suelen tener un funcionamiento esencialmente emocional. Por otro lado hay niños que llegada la adolescencia reclaman su lugar y autonomía y que han mostrado gusto por la individualización o diferenciación, y cuyas decisiones estarán más orientadas a nivel intelectual que guiadas por sus sentimientos. Esto es difícil de probar pero no deja de ser una aportación que puede ser cierta y orientativa en muchos casos.

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